La ministra y las universidades

No es razonable que la máxima autoridad de educación realice este tipo de afirmaciones sin antecedentes que la respalden. No es posible demostrar que el conjunto de esas instituciones sea mejor que las instituciones privadas.

Viernes 15 de diciembre de 2017

La ministra y las universidades
escrito por

Hugo Lavados, rector U. San Sebastián

Como Consejo de Universidades Privadas Acreditadas, consideramos muy desafortunadas las declaraciones emitidas por la ministra de Educación, señora Adriana Delpiano, en las que afirma que "las universidades estatales y las del CRUCh son lejos las mejores del país", porque ellas no tienen base, si la transcripción de sus palabras es correcta.

No es razonable que la máxima autoridad de educación realice este tipo de afirmaciones sin antecedentes que la respalden. No es posible demostrar que el conjunto de esas instituciones sea mejor que las instituciones privadas; tampoco es dable asegurar que en las universidades lo estatal es necesariamente sinónimo de calidad, menos para calificarlas como "lejos las mejores del país". Tenemos tres universidades estatales con tres años de acreditación que, entre otras cosas, no podrían optar a la gratuidad si existieran reglas no discriminatorias. El contraargumento sobre la calidad o acreditación de las universidades privadas no es lógicamente sostenible, porque lo que se ha dicho es respecto del conjunto de las universidades estatales y del CRUCh. 

Las declaraciones de la ministra reflejan que no se han analizado las verdaderas razones de las preferencias de los estudiantes que optan por una universidad privada. Si consideramos el período del año en que las expresa, solo llevan a continuar desnivelando la cancha, con hándicap para las instituciones privadas, lo que perjudica a cientos de miles de estudiantes y a todo el país. 

Otro ejemplo de esos sesgos son los cambios constantes que el CRUCh realiza en el proceso de selección (SUA). Si bien se señala que las universidades privadas adscritas al SUA participan del proceso, el verbo participar estaría mal empleado, considerando que solo pueden acatar las decisiones que el CRUCh determina. 

Un ejemplo poco relevante para el sistema pero indicativo de la no participación: hasta el año pasado las universidades pertenecientes al SUA conocían con anticipación los nombres de los estudiantes que habían obtenido puntajes nacionales. Sin embargo, este año esta modalidad cambió, por la errada premisa de algunas universidades de regiones de evitar "ofertones" de planteles privados. Con esto se subestima el poder de decisión e información de las familias y de esos jóvenes, los más destacados de su generación. 

Consideramos que estas declaraciones y estos cambios arbitrarios en nada contribuyen a la valoración de la educación. Caer en descalificaciones y generalizaciones no aporta al debate, especialmente si con ello afectamos a más de un millón de egresados que eligieron instituciones privadas y que hoy son un aporte real al país desde sus trabajos. 

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