Huelgas y Salud

En nuestro país se prepara una Reforma Laboral que aumentará la sindicalización y el derecho a huelga. En el caso de los servicios de salud, esta legislación debe ser muy cuidadosa, pues no es legítimo que los pacientes queden atrapados sin ninguna salida, sirviendo como verdaderos rehenes...

Jueves 13 de agosto de 2015

Huelgas y Salud
escrito por

Jaime Mañalich, director Instituto de Políticas Públicas en Salud U. San Sebastián

Los paros o huelgas de los trabajadores de la salud representan un conflicto de difícil solución entre dos valores. Por una parte, el de los pacientes que sufren los daños colaterales de estas paralizaciones: quien tenía hora para una cirugía desde hace 6 meses y la ve postergada, quien va a Urgencia y espera toda la noche, quien no accede a un medicamento esencial para el control de su enfermedad. Es el derecho de carácter constitucional a recibir una atención de salud cuando se necesita. Por otra, el de los propios trabajadores, con derecho a reclamar por mejores condiciones laborales, una mejor remuneración, o una carrera laboral. Históricamente, quienes trabajan al servicio de la salud, habían sido renuentes a paralizar, explicable por el mandamiento médico: "En primer lugar, no harás daño". Sin embargo, esta tendencia ha cambiado en las últimas tres décadas en todo el mundo, llegando al punto que las movilizaciones en salud son muy frecuentes.

Que las huelgas en salud producen daño, es evidente y está bien documentado: muerte, accidentes, retardos, listas de espera. Por ello, son procesos difíciles de sostener por los trabajadores, ya que la ciudadanía se exacerba y los critica directamente, aunque la responsabilidad final pueda ser de alguien que no hizo su trabajo en una oficina lejana. El argumento de mantener servicios mínimos denominados "turnos éticos", es equivocado, por cuanto toda acción asistencial es impostergable para quien sufre una enfermedad, y en la mayoría de los casos, solo se puede juzgar el impacto producido por no haber recibido atención con la perspectiva que da el tiempo. ¿Cómo evaluar su influencia en una paciente que vio postergada su cirugía para extirpar un cáncer de mama por tres meses? ¿Si desarrolló metástasis fue por esta demora? ¿Y si la enfermedad reapareció al cabo de cuatro años?

La Organización Internacional del Trabajo ha acuñado el término de Servicios Esenciales en sentido estricto para referirse a aquellos "cuya interrupción podría poner en peligro la vida, la seguridad o la salud en todo o parte de la población". Así, la OIT considera que pueden imponerse restricciones sustantivas a las huelgas que afectan el tráfico aéreo, el suministro de agua y electricidad o a los hospitales.

En nuestro país se prepara una Reforma Laboral que aumentará la sindicalización y el derecho a huelga. En el caso de los servicios de salud, esta legislación debe ser muy cuidadosa, pues no es legítimo que los pacientes queden atrapados sin ninguna salida, sirviendo como verdaderos rehenes para un conflicto que solo en teoría podría beneficiar a otros pacientes en el futuro. El enfermo real, afectado hoy en su salud, solo sufre daño.

¿Qué soluciones posibles podría haber? Uno: mecanismos de conciliación y arbitraje por terceros independientes que resuelvan las disputas con resultados vinculantes. Dos: definir claramente qué son servicios esenciales donde no puede haber huelga. Tres: ofrecer salidas alternativas reales a los pacientes, donde quien esté adscrito al nivel A de Fonasa, que hoy no tiene derecho a libre elección, si la tenga durante el cese de los servicios.

En Salud, es esencial prevenir. Por ello, el trabajo de las unidades de Recursos Humanos es esencial, porque como una enfermedad, una huelga de salud puede ser evitada. Se requiere atención, respeto, canales de comunicación abiertos y el coraje de estar donde y cuando se requiera.

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