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El supuesto beneficio medicinal de los cannabinoides
Aprobar nuevos medicamentos para uso humano es un asunto muy complejo y se deben seguir protocolos muy estrictos. Se distinguen fases de desarrollo, siendo la última la experimentación con seres humanos, en cuya primera etapa se debe certificar que el fármaco no tiene efectos tóxicos.
Martes 19 de enero de 2016
Fuentes oficiales de la Sanidad francesa han informado que un ensayo clínico en el que participaban voluntarios sanos ha debido ser suspendido porque seis personas han presentado reacciones graves, una de ellas ya falleció; y otras cuatro presentan focos de hemorragia o destrucción parcial de tejido cerebral. El estudio se refiere al producto BIA 10-2474 elaborado por el laboratorio portugués BIAL. La fórmula a experimentar actúa sobre el sistema endo-cannabinoide y pretendía ser útil en el manejo del dolor y el Parkinson. La ministra de Salud de Francia, donde se hacía el experimento en voluntarios sanos a los que se les pagaba €1.900, ha precisado que, si bien el producto actúa sobre los receptores de cannabinoides, no es propiamente un derivado de la marihuana, sino una molécula sintética.
Aprobar nuevos medicamentos para uso humano es un asunto muy complejo y se deben seguir protocolos muy estrictos. Se distinguen fases de desarrollo, siendo la última la experimentación con seres humanos, en cuya primera etapa se debe certificar que el fármaco no tiene efectos tóxicos. Esta Fase I en humanos es la que se hacía en Francia para BIA-1074. Después de experiencias tan desastrosas como la de la Talidomida, que generó miles de malformaciones fetales, las regulaciones para este tipo de ensayos son muy serias, y se han desarrollado directrices éticas que deben ser seguidas.
En Chile, el entusiasmo por liberar el consumo de marihuana ha llevado a muchos a pedir la aprobación del uso de esta droga "con fines terapéuticos". Los que así opinan pretenden generar una suerte de vía rápida para la validación de este peligroso agente, que produce daño cerebral en los jóvenes, agravación de cuadros psicóticos y efectos potencialmente adversos en la memoria, en la conducción de vehículos y en el ánimo. Desde luego, esta aprobación a la ligera no es posible, considerando las disposiciones legales y el riesgo penal que enfrentaría una autoridad que diera esta autorización sin contar con las evidencias adecuadas.
Nadie puede negar a priori que es posible que derivados de la marihuana tengan efectos beneficiosos para la salud de algunos pacientes; pero no hay ningún argumento para sostener que no es necesaria la demostración que estos potenciales beneficios son muy superiores a los riesgos de su uso. Muchos medicamentos han tenido su origen organismos vegetales y han sorteado con éxito las pruebas exigidas para su aprobación. Sin embargo, una búsqueda sistemática de la literatura científica hasta hoy no aporta evidencias suficientes para el caso en cuestión.
Si se considera que los cannabinoides pueden tener beneficios terapéuticos, nadie puede negar la posibilidad que esto sea investigado seriamente, de acuerdo al estado del arte científico. Ello es demoroso y cuesta mucho dinero. El caso francés no ayudará a que esta pregunta se resuelva más rápido. Mientras tanto, la autoridad no puede aceptar que haya casos especiales, en que todo lo que se ha avanzado por contar con medicamentos probados y seguros, sea obviado, para después tener que afrontar las consecuencias de la improvisación en una política de tanta trascendencia. Si se quiere validar la marihuana como un fármaco, hay que atenerse las normas propias de cualquier medicamento, sin excepción.