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El drama de las pensiones
Hay que mirar los países más desarrollados, donde las organizaciones consideran a los trabajadores seniors como una fuente de información y traspaso de experiencia para generaciones más jóvenes.
Domingo 24 de enero de 2021
Uno de los grandes desafíos que tenemos como país es mejorar las bajas pensiones. Independientemente de las soluciones que se planteen, hay un factor indispensable: aumentar la tasa de cotización. Las distintas comisiones que han trabajado en el tema han coincidido en este punto, pues para lograr mejores pensiones es necesario aumentar el ahorro. Sin embargo, no hay tanto acuerdo en el monto de ese aumento ni en quién financiará ese mayor aporte.
Hasta antes de que comenzaran los retiros del 10% de los fondos de AFP, se planteaba aumentar en un 6% la cotización para llegar a un 16%. Tras la ejecución de ambos retiros, representantes de las AFP sostienen que la tasa debe aumentar al 20%, no sólo para mejorar las pensiones sino también para compensar el daño previsional que generó la medida.
No podemos desconocer que cualquier aumento en la tasa genera resistencia sobre todo cuando se ha perdido la credibilidad en nuestro sistema de pensiones, al margen del periodo crítico desde el punto de vista económico que estamos pasando. Si a una persona con ingresos brutos de 100 (le quedan 80 como renta líquida), le decimos que ahora le quedarán 70, notará el impacto en su bolsillo mes a mes.
Por ello, la propuesta debe contener justificaciones en cuanto a los resultados que se esperan obtener con la mayor tasa de cotización y se deben buscar alternativas de financiamiento para que no sólo sea de cargo del trabajador, sino también puede haber financiamiento por parte de los empleadores.
Finalmente, también se debe definir si esa mayor cotización irá íntegra a la cuenta de capitalización del afiliado o un porcentaje se destinará a un fondo solidario. Otro factor, bastante resistido por la población, es aumentar la edad de jubilación.
En este aspecto, el acelerado envejecimiento de la población en nuestro país obliga a preguntarnos cuál es la edad razonable para que las personas dejen de trabajar. Hoy vemos adultos mayores que se mantienen en el mercado laboral, algunos por necesidad de mejorar sus ingresos, pero otros tantos porque buscan sentirse útiles aún para la sociedad.
En esta materia, hay que mirar los países más desarrollados, donde las organizaciones consideran a los trabajadores seniors como una fuente de información y traspaso de experiencia para generaciones más jóvenes. En conclusión, mejorar las pensiones es un desafío que involucra factores económicos, pero también sociales.