- Usted está en:
- Portada / Columnas de Opinión / María Gabriela Ortiz
La conservación del patrimonio
Académica de la USS, María Gabriela Ortiz, explica que el reconocimiento de los símbolos que conforman el patrimonio son claves para conservar la identidad de un espacio y su pueblo.
Jueves 1 de julio de 2021
Cuando hablamos de patrimonio cultural, debemos considerar los elementos tangibles y no tangibles asociados a un espacio u objeto que es valorado por los significados que su pueblo le atribuye. Se puede definir como una construcción sociocultural de la comunidad en un tiempo y contexto determinado, la cual le otorga su distinción y singularidad del resto, siendo objeto de estudio para poder asentar la historia de su territorio.
El reconocimiento de los símbolos que conforman el patrimonio son claves para conservar la identidad de un espacio y su pueblo. Las expresiones sociales manifestadas a nivel regional, comunal y/o local, en la forma de tradiciones, costumbres, celebraciones, mitos, leyendas y relatos costumbristas, cobran un valor primordial y están latentes en muchas de las reservas de la biósfera que nuestro país tiene. Este tipo de patrimonio es, asimismo, considerado un factor estratégico en el desarrollo sostenible del turismo, teniendo un enfoque integrado para aumentar el atractivo del lugar y su desarrollo territorial, en un contexto de respeto social y cuidado medioambiental.
La Conferencia General de la Unesco en 1997 adoptó una resolución con el fin de evitar la desaparición del patrimonio oral e intangible, creando una distinción internacional sobre estas obras para identificar, proteger, conservar y legar a las generaciones futuras los paisajes culturales de valor único y universal. En marzo de 2001 se definió patrimonio oral e inmaterial como: “las creaciones de una comunidad cultural fundadas en las tradiciones expresadas por individuos que responden a las expectativas de su grupo, como expresión de identidad cultural y social, además de los valores transmitidos oralmente. Son testimonio de ello la lengua, la literatura, la música, la danza, los juegos, la mitología, los ritos, las costumbres, los conocimientos ancestrales, la arquitectura y la manufactura de artesanías” ¹. Es así como hoy estos insumos intangibles transmitidos de generación en generación, forman parte de la gama de elementos patrimoniales de alto valor (por estar en peligro de desaparecer), que deben ser rescatados para evitar que se pierdan por completo.
Las expresiones sociales manifestadas a nivel regional, comunal y/o local, en la forma de tradiciones, costumbres, celebraciones, mitos, leyendas y relatos costumbristas, cobran un valor primordial y están latentes en muchas de las reservas de la biósfera que nuestro país tiene.
Gran parte de nuestra geografía ha ocupado un rol importante en el desarrollo de diferentes sucesos de nuestra historia nacional, considerando la interacción dada entre grupos culturales y su sincretismo sociocultural. Durante la Conquista y Colonia, muchas rutas fueron trazadas para conectar espacios y personas. A modo de ejemplo, Pedro de Valdivia trazó uno de los primeros caminos entre Santiago y las costas de Valparaíso, el cual fue reemplazado después por un nuevo camino atravesando el Valle de Casablanca, hacia fines del siglo XVIII. Se fueron generando “sistemas sociales y productivos particulares, bastante influidos por las condiciones climáticas y geológicas del lugar, y con muchas costumbres populares y religiosas que se conservan hasta nuestros días” ². A partir de la idiosincrasia local que cada pueblo y su cotidianeidad va estableciendo, es que nacen ritos y cuentos costumbristas que revelan un cuadro de creencias y manifestaciones folclóricas de tipo oral.
Existen diferentes alternativas que promueven este tipo de patrimonio, y que son trabajadas en la educación escolar y superior; desde la realización de salidas a terreno, elaboración de folletos y manuales educativos, hasta la ejecución de proyectos colaborativos de vinculación con el medio. Mediante programas y productos temáticos, se trabaja con los estudiantes ofreciendo instancias para conocer más acerca de actos locales, ferias y festivales, relatos costumbristas, mitos y leyendas. Del mismo modo, con eventos donde se preparan demostraciones de gastronomía y artesanía local, como son la cerámica, tallado en madera, tejidos hecho a mano, entre otros ³. Los estudiantes toman contacto con miembros de la comunidad local para entrevistar y escuchar sus testimonios, observar sus labores y registrar (con fichas y fotografías), todo lo presenciado para luego plasmarlo en un producto final. Estos pueden ser diversos, tales como cápsulas educativas, folletos digitales que cuenten con el patrocinio de organismos turísticos para una mayor difusión en las plataformas oficiales y redes sociales.
A partir de la idiosincrasia local que cada pueblo y su cotidianeidad va estableciendo, es que nacen ritos y cuentos costumbristas que revelan un cuadro de creencias y manifestaciones folclóricas de tipo oral.
Hoy, gran parte de la lectura que los jóvenes realizan, no se encuentra en los libros impresos sino en la pantalla y el mundo digital. Por ello, una forma práctica de poner en valor y conservar estos elementos del patrimonio cultural, es a través de espacios que poseen una fuerza de difusión muy potente e inmediata. Es así como encontramos sitios web que publican expresiones culturales locales de este tipo, asociados a espacios geográficos y medioambientales de gran importancia para nuestro país.
En el caso de las comunas que forman parte de la Reserva de la Biósfera, podemos mencionar Tiltil, donde la minería se ha desarrollado desde el periodo incaico, definiendo así su historia social y económica. Ha sido escenario de algunos sucesos representativos de nuestra historia política, como el asesinato de Manuel Rodríguez el 26 de mayo de 1818.
Hoy existe un monumento del patriota en el centro del pueblo donde todos los años se celebra una fiesta tradicional conmemorando el aniversario de su muerte. La llegada del ferrocarril en 1863 fue también un hito clave para el desarrollo productivo y comercial de la zona, además de generar un núcleo urbano. Por otro lado, está la Capilla de la Merced, monumento nacional construido en el siglo XVII, el cual refleja la arquitectura de una época. Todos estos hitos son expresiones de un patrimonio cultural material e inmaterial que deben ser rescatado desde la escolaridad, para conservar la memoria histórica local y su relación con el entorno natural.