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El camino de las adicciones en la adolescencia
Ciertos contextos sociales que van acompañando el desarrollo de la adolescencia pueden combinarse con esta vulnerabilidad psicológica y generar entonces un aumento en la probabilidad de aparición de conductas exploratorias de riesgo...
Lunes 7 de septiembre de 2015
El fenómeno del consumo de drogas, ya sea legales e ilegales, no es algo de reciente aparición dentro de las actividades propiamente humanas. Por el contrario, ha acompañado a éstas desde el origen mismo de las civilizaciones.
Sin embargo, los avances en el campo de las neurociencias y el advenimiento de una nueva forma de construirse como sujeto dentro de la vida en sociedad –esto, entre otros factores a partir de un profundo cambio en la forma de relacionarnos y vincularnos con otros, especialmente desde el momento en que masifican del uso de las redes globales de intercambio social- nos llevan a pensar en las formas y modos más actuales en que se puede dar este tránsito inicial: desde un consumo recreativo-experimental de las drogas legales e ilegales, hasta un cuadro psicopatológico de adicción propiamente tal.
Esto para la adolescencia contemporánea toma especial interés, especialmente al pensar en la metamorfosis física y emocional que ocurre durante esta corta etapa, la cual por su velocidad y profundidad puede generar espacios para el aumento de la vulnerabilidad emocional.
Así, las seguridades de la infancia, dadas por el proceso de idealización de las figuras de cuidado y protección, se rompen abriendo paso al establecimiento de una nueva forma de ver y experimentar las cosas en el diario vivir.
Ciertos contextos sociales que van acompañando el desarrollo de la adolescencia pueden combinarse con esta vulnerabilidad psicológica y generar entonces un aumento en la probabilidad de aparición de conductas exploratorias de riesgo, lo cual puede acercar al joven al consumo temprano de drogas tanto legales como ilegales.
De acuerdo con lo planteado por A. Ortiz Frágola en su libro Psicopatología de Nuestro Tiempo, un sujeto adolescente proclive a desarrollar cuadros de adicción en sus distintos niveles de complejidad tendría 4 áreas nucleares del funcionamiento psicológico, las que presentarían algún tipo de déficit: 1) Debilidades en el registro y regulación de las emociones, especialmente aquellas relacionadas con la pena y la rabia; 2) Problemas para mantener estable la imagen de sí mismo, especialmente en los contextos familiares y de amistades; 3) Déficit en el manejo de los vínculos interpersonales, es decir dificultades para establecer compromisos y respetar acuerdos; 4) Falta de interés por el cuidado de la propia integridad física y psicológica, incluyendo en esto una debilidad en el desarrollo de la habilidad de anticipar las consecuencias de la propia conducta.
Esta breve descripción podría invitarnos a reflexionar sobre las condiciones psicosociales básicas que suelen ser en la actualidad las vías por donde se puede iniciar un tránsito del consumo y desde aquí mismo plantearnos planes y políticas de prevención en tiempos en los cuales nos vemos y sentimos proclives a tener un problema de salud mental de esta índole.