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Éxito en la universidad: un compromiso con la autoformación
La educación superior implica un aumento en los niveles de libertad y autonomía, lo que obliga a los jóvenes a actuar con mayor responsabilidad, sacrificio y perseverancia.
Lunes 6 de marzo de 2017
En los últimos años la población de estudiantes de educación superior ha aumentado y variado su composición notoriamente en el país. Un cambio paulatino que ha permitido enriquecer a las comunidades académicas y lograr mayores niveles de inclusión, algo que nos favorece a todos pues vemos que el talento y el esfuerzo son suficientes para acceder a la formación superior y lograr un título profesional que permita un buen desempeño en el mercado laboral.
Esa mayor cobertura, que tanto nos enorgullece, ha permitido que jóvenes de menores recursos económicos accedan a la educación superior. Este avance se ha logrado no solo gracias al incremento de la oferta sino también al apoyo económico, vía créditos y becas, que reciben de parte del Estado y obviamente al tremendo esfuerzo que cada familia hace por lograr que sus hijos cursen estudios superiores.
De acuerdo a estadísticas del Servicio de Información de Educación Superior (SIES) del Ministerio de Educación, entre el 2007 y el 2016, la cantidad de estudiantes provenientes de la educación municipal que se matricularon en alguna institución de educación superior aumentó en un 114% en el país, pasando de 154 mil a 331 mil. En el caso de los estudiantes provenientes de la educación particular subvencionada, la cantidad creció en un 169% en el mismo período.
Si vemos solo la matrícula en las universidades también tenemos positivas noticias. La cifra de alumnos provenientes de los establecimientos municipales creció en un 71% entre 2007 y 2016, incrementándose de 92 mil a 158 mil. Para los jóvenes egresados de colegios particulares subvencionados el porcentaje de variación fue de un 137%, aumentando de 141 mil a 334 mil en el período mencionado.
Esta notable mayor participación de estudiantes que proceden de la educación municipal es un excelente logro no sólo para ellos y sus familias sino también para la sociedad que hace realidad así el valor de la meritocracia. Pero también reviste grandes desafíos para las instituciones de educación superior que deben acoger a estudiantes diversos y muchas veces con falencias formativas.
Se sabe que muchos de los jóvenes que egresan de establecimientos municipales lamentablemente arrastran vacíos en su formación no solo en asignaturas específicas sino que también carecen de estrategias y hábitos de estudio.
Si bien el problema se debe abordar desde los primeros años, una vez que llegan a la educación superior tienen que ser acogidos y recibir las herramientas necesarias para enfrentar las exigencias y responsabilidades del mundo universitario. Aquello implica tener un proyecto educativo centrado en los estudiantes asumiendo sus falencias, sus potencialidades y sobre todo su diversidad.
De esta forma, varias instituciones ofrecen programas de nivelación a los estudiantes de primer año, a los que se suman iniciativas de acompañamiento durante los primeros semestres.
No obstante, no es suficiente que las instituciones trabajen para lograr que todos sus alumnos avancen con iguales oportunidades en su formación. También cada uno de ellos debe entender que la educación superior, donde aumentan los niveles de libertad y autonomía, implica mayor responsabilidad, sacrificio y perseverancia. Todos los jóvenes deben saber que tendrán las oportunidades, pero que el éxito finalmente depende de su esfuerzo.