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Mala calidad del aire: ¿Qué estamos respirando y cómo nos afecta?
El domingo se decretó preemergencia ambiental para Santiago debido a la mala calidad del aire. Sin embargo, esta situación también se registra en otras regiones del sur del país, ¿cuáles son los riesgos para la salud?
Lunes 29 de mayo de 2017
Pamela Cámpora, académica de la Carrera de Química y Farmacia de la U. San Sebastián y experta en toxicología explica que la contaminación del aire es una mezcla de partículas sólidas y gases que provienen de las emisiones de los automóviles, de los compuestos químicos de las fábricas, de las cocinas a leña, estufas o chimeneas y del cigarrillo.
Las partículas más conocidas son la PM10 y PM2,5, pero también se encuentran gases como el dióxido de azufre (SO2), óxidos de nitrógeno (NOX, NO, NO2), ozono (O3) y monóxido de carbono (CO). Además, de compuestos orgánicos volátiles (COV), metano (CH4) y Plomo (Pb), entre otros.
¿Cuáles son los riesgos para la salud? La experta en toxicología indica que “las partículas más gruesas se alojan en la parte alta del sistema respiratorio, mientras que las de tamaño inferior son más agresivas, debido a que éstas son respirables en un 100 por y por ello llegan hasta los bronquios y alvéolos y con la probabilidad de pasar al torrente sanguíneo”.
Elementos como el polvo, cenizas, hollín se retienen en la mucosa nasal y la laringe donde causan las principales molestias. Mientras que las sustancias más pequeñas provocan irritación en los bronquios.
Los temidos gases
Cámpora precisa que los efectos tóxicos varían según las concentraciones en el aire. En el caso del dióxido de nitrógeno (NO2), “los efectos son tos, dificultad para respirar, dolor en el pecho, latidos irregulares del corazón e irritación ocular”.
En el caso del monóxido de carbono, la académica sostiene que “interfiere en el transporte de oxígeno en la sangre, por lo tanto, los efectos sobre el ser humano serán más graves en función de la mayor cantidad que éste tenga en el aire que respiramos y también del tiempo de exposición”.
La experta puntualiza que cuando se trata del ozono, los efectos son similares a las otras sustancias presentes en el aire, pero además puede provocar cefaleas e incluso un edema pulmonar si existe una gran concentración.
Cámpora también menciona a los compuestos orgánicos volátiles que “en una exposición de corto plazo ocasionan trastornos visuales, fatiga, pérdida de coordinación, reacciones alérgicas de la piel y trastornos de la memoria”.
Ahora, si las personas acumulan una mayor exposición en el tiempo, “se pueden producir lesiones del hígado, los riñones y el sistema nervioso central”, detalla la docente de la USS.
Sin embargo, la experta precisa que la normativa en Chile cautela que el aire que respiramos no afecte a lo largo del tiempo la salud de la población.
Esto, porque la exposición crónica “no sólo repercuten en patologías asociadas al sistema respiratorio sino también por el potencial cancerígeno de estas sustancias, pueden derivar en problemas a nivel hepático, cardiovascular y renal.
“Todo eso depende de la susceptibilidad de la población, sus patologías basales y las condiciones de la población de riesgo como ancianos, niños y mujeres embarazadas”, afirma la académica de la Carrera de Química y Farmacia de USS.
Por su parte, el médico y docente de la Facultad de Medicina de la U. San Sebastián, Eduardo Salas, señala que si bien la contaminación externa no depende de nosotros, podemos aportar evitando el uso de combustibles contaminantes, como leña o carbón. “Sobre la leña en particular, me gustaría recalcar que aunque sea encendida en una chimenea de doble combustión, de todas maneras va a generar una cantidad de material particulado muy grande, y más encima del tipo que peor impacto tiene sobre el sistema respiratorio. Por otro lado, nuestros hábitos sí tienen un efecto más directo sobre contaminantes intradomiciliarios: cigarrillos, estufas con combustibles contaminantes, braseros”.