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Muertes que la mujer puede evitar
Las evidencias muestran que una disminución de la mortalidad por cáncer mamario se explica por el aumento de la detección precoz, pero también por el acceso a tratamientos adecuados en forma oportuna. En nuestro sistema de salud, con la incorporación de programas de pesquisa precoz a través de la mamografía, cada vez se diagnostican lesiones más pequeñas.
Lunes 8 de junio de 2015
A nivel mundial, el cáncer de mama es la primera causa de muerte por cáncer en la mujer y en Chile ocupa el segundo lugar. Sólo para Estados Unidos se espera que este año se diagnostiquen cerca de 240.000 nuevos casos. Así, en Latinoamérica -producto del envejecimiento de la población- se proyecta cerca de 75.000 fallecimientos hacia el 2030.
Dentro de los factores asociados al cáncer de mama se encuentra la historia de una familiar directa con este cáncer, predisposición genética, la obesidad y el consumo excesivo de alcohol y tabaco. La mutación de los genes BRCA-1 y BRCA-2 se encuentra alterada en 5 a 10% de las mujeres con cáncer de mama. Por otra parte, durante los años reproductivos, el ovario produce esteroides que afectan directamente el desarrollo y la función de la mama, por lo que un inicio precoz de las menstruaciones y una menopausia tardía pueden aumentar el riesgo de desarrollar este cáncer.
Por el contrario, una disminución significativa en su incidencia se ha asociado en países desarrollados, con un descenso en el uso indiscriminado de la terapia hormonal administrada durante el climaterio y la incorporación de la mamografía como método de apoyo en el diagnóstico precoz. Entre los 40 y 50 años, la probabilidad de muerte por cáncer a 10 años sin el screening o tamizaje mamográfico es 3.5 por 1000, en cambio con el tamizaje es 3.0 por 1000 evitando 0.5 muertes por 1000 mujeres Entre los 50 y 60 años, el tamizaje con mamografía evita 0.7 muertes por mil mujeres.
Las evidencias muestran que una disminución de la mortalidad por este cáncer se explica por el aumento de la detección precoz, pero también por el acceso a tratamientos adecuados en forma oportuna. En nuestro sistema de salud, con la incorporación de programas de pesquisa precoz a través de la mamografía cada vez se diagnostican lesiones más pequeñas. Pero las modificaciones al estilo de vida son un gran desafío: evitar el sobrepeso, la ingesta de dietas balanceadas, disminuir o evitar el consumo de alcohol e incrementar la actividad física.
El cáncer de mama supone una situación de estrés en las mujeres que lo padecen pues deben afrontar su detección, confirmación del diagnóstico, cirugía, tratamiento de apoyo con radioterapia y/o quimioterapia. Pero además, deben adaptarse a los cambios referidos a su imagen corporal y a los sentimientos y actitudes que esto conlleva, ya que la mama en la cultura occidental tiene una gran importancia en el ámbito de la maternidad, de la sexualidad y del atractivo físico. De ahí que el apoyo psicológico es primordial, así como la posibilidad de acceder a implantes o prótesis que influyan en una mejor aceptación de su imagen física.