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Salud reproductiva como derecho humano y universal sin discriminación
Muchas personas con discapacidad sienten reducidas sus oportunidades de conocer una pareja, ya sea porque están postradas o se sienten sobre-resguardadas por su red familiar. En este contexto, al presentarse la posibilidad de una relación afectiva de pareja, pueden verse involucradas en violencia, abuso y menoscabo
Martes 15 de diciembre de 2015
En la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo de 1994, se introduce el concepto de salud reproductiva y derechos reproductivos como derechos humanos y universales sin discriminación. Sin embargo, la discriminación es aún una condición adherida a la discapacidad.
Por otra parte, si ya la sexualidad es un tema complejo de abordar en algunas culturas, esta desinformación y prejuicios también han trascendido hacia las personas con una discapacidad, donde existe la percepción que son seres asexuados o no se visibiliza que tienen derecho a gozar del más alto nivel posible de la salud sexual y reproductiva (SSR).
En virtud de esto, en convenciones que se han desarrollado en la última década, se ha considerando que más allá de velar por el bienestar psicológico y social de las personas que presentan una discapacidad, este bienestar es un derecho humano donde es aspectos de SSR se debe velar por la no discriminación, principalmente de la mujer discapacitada; la protección contra la explotación, la violencia y el abuso sexual; el acceso universal a servicios de salud sexual y reproductiva en particular de métodos anticonceptivos y programas de educación sexual. Así hoy, existe la obligatoriedad por parte de los gobiernos de brindar información y acompañamiento a las personas en discapacidad y a sus familias en aspectos de SSR, de tal forma de disminuir estas brechas de inequidad.
La evidencia muestra que en aspectos de sexualidad, a pesar de que socialmente se asignan normas y valores diferenciados a las mujeres en función de su condición física, la discapacidad no constituye un factor que imposibilite las prácticas erótico-afectivas. Sin embargo, es complejo romper estos estereotipos sociales y mujeres con discapacidad deben romper barreras de acceso a información y asesoría en aspectos de SSR.
Muchas personas con discapacidad sienten reducidas sus oportunidades de conocer una pareja, ya sea porque están postradas o se sienten sobre-resguardadas por su red familiar. En este contexto, al presentarse la posibilidad de una relación afectiva de pareja, pueden verse involucradas en violencia, abuso y menoscabo. Por otra parte, por desconocimiento se exponen a relaciones sexuales sin protección con el riesgo de adquirir una infección transmitida sexualmente o VIH/SIDA. Es así un desafío acompañar a personas con discapacidad, para que logren una vida sexual y afectiva plena, a través de programas integrales de rehabilitación, donde en muchas ocasiones se debe desgenitalizar la relación sexual y educar hacia el desarrollo de otras esferas de las relaciones afectivas.
Por otra parte, barreras físicas fuera del hogar, la falta de medios de transporte o la ausencia de ayuda por personas que puedan acompañar a personas discapacitadas les limitan a chequeo ginecológico o andrológico rutinario, con el incremento de riesgo de cáncer de mamas, de ovario y de cuello uterino. Así también se ha observado omisión por parte de los/las profesionales en asesoría de aspectos de SSR. En un estudio norteamericano se observó que a mujeres que sufrían de parálisis, disfunción motora o deformidades físicas rara vez se les había dado información sobre métodos de anticoncepción.
En Chile, cerca de 13% de las personas tiene una discapacidad. Se hace necesario disponer de programas activos en SSR para estas personas, con un acceso expedito y con un equipo de profesionales y proveedores de servicios de salud capacitados y motivados en asesorarles.