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Vacuna VPH en jóvenes chilenas
El cáncer de cuello uterino es una enfermedad completamente prevenible, donde la promoción desde edades tempranas hacia una sexualidad responsable es crucial, independiente de este plan de inmunización.
Lunes 27 de julio de 2015
En Chile, cada año se diagnostica cáncer cervical a cerca de 1500 mujeres y 600 mueren por esta enfermedad, con una tasa de mortalidad más alta que en países desarrollados, la que afecta a mujeres de nivel socioeconómico más vulnerable.
El cáncer cervical es el tercero más común a nivel mundial y el Virus Papiloma Humano (HPV) se ha identificado como su principal agente asociado. Esto se demuestra en estudios chilenos. En uno realizado a mujeres menores de 25 años con lesiones tumorales del cuello uterino, 84% tenían la infección por HPV. En otro donde se estudió a adolescentes de 15 a 19 años, cerca de la mitad tenía evidencia de esta infección viral.
El inicio precoz de las relaciones sexuales, sin duda incrementa las posibilidades de contagio de este virus y con ello el desarrollo precoz de lesiones cancerosas de cuello uterino, lo que genera una problemática compleja y con impacto en la salud pública. Es así, que con el objetivo de prevenir este cáncer, se ha introducido la administración de vacunas para el HPV, en los programas de inmunización de más de cuarenta países. En Chile desde 2014 todas las niñas de 9 años están siendo vacunadas en forma gratuita.
Hay sobre cien tipos de HPV pero, los genotipos 16, 18, 31, 33, 45, 52 y 58 son los más asociados al cáncer de cuello uterino. Hace más de una década existe la vacuna Cervarix para protección de los tipos 16 y 18 y desde 2006 la vacuna Gardasil protege de los tipos 16 y 18, además de los 6 y 11, asociados a verrugas genitales. Esta última es la que se ha comenzado a emplear en nuestro medio.
En las últimas revisiones sobre la protección que estas vacunas han generado, ambas han mostrado excelentes perfiles de seguridad y de inmunogenicidad. Sin embargo, hasta ahora es muy restringida la protección contra los tipos de HPV no incluidos en la vacuna. Se debe hacer alcance que la epidemiología de los virus HPV circulantes en la población chilena, muestra una frecuencia importante de virus del grupo de los 50 y otros, sobre los cuales estas vacunas han mostrado una precaria o nula protección. De ahí, que recientemente se ha introducido en Europa, Gardasil 9, la que se proyecta que tenga mejores perfiles de inmunización en poblaciones con esta epidemiología distinta, ya que cubriría además los virus HPV 31, 33, 45, 52 y 58.
Se agradece la incorporación de esta estrategia salubrista, pero no nos engañemos: la incorporación de este plan de vacunación no ha estado exenta de polémicas en el ámbito nacional e internacional. Se han publicado evidencias sobre los efectos adversos que su administración puede originar, lo que según algunos especialistas se han subvalorado. Así, se han realizado acabados análisis sobre la real cobertura, la seguridad, el impacto que esta nueva estrategia tendrá y si el gasto público se justifica para este programa de inmunización.
Chile es un país donde el programa de detección del cáncer de cuello uterino a través del Papanicolaou ha sido eficaz en la disminución de esta enfermedad. Sin embargo, la incorporación de la vacuna en nuestro medio ocurre precisamente cuando se ha observado un descenso en su cobertura. De ahí que se debe insistir que este examen debe continuar formando parte del chequeo rutinario de toda mujer.
Por otra parte, no se debe excluir el empleo del preservativo, no sólo para evitar el contagio de los virus no protegidos por la vacuna, sino para la protección del VIH/SIDA y de otras infecciones transmitidas sexualmente. El cáncer de cuello uterino es una enfermedad completamente prevenible, donde la promoción desde edades tempranas hacia una sexualidad responsable es crucial, independiente de este plan de inmunización.