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Violencia de pareja íntima, un fenómeno global
Numerosas parejas en relaciones de noviazgo o de pololeo no identifican actos de violencia, considerándolo muy circunstancial e intrascendente. Sin embargo, se ha observado que mientras más tempranamente haya ocurrido el fenómeno de la violencia, sus efectos serán más profundos y duraderos en la relación.
Martes 21 de febrero de 2017
La violencia de pareja íntima (VPI) se define como un patrón de comportamientos coercitivos o que sirven para forzar la voluntad o la conducta de una persona, a través de lesiones físicas, agresión sexual, abuso psicológico y amenazas, los que son perpetrados por alguien que es, era, o desea estar involucrado en una relación de pareja con una mujer o un hombre en particular.
En el ámbito mundial, existe una gran disparidad en las tasas de VPI. Un estudio multicultural publicado por la prestigiosa revista médica Lancet el 2005, mostró que entre el 4% y el 54% de las mujeres de 15 a 49 años de edad había sufrido VPI en el último año. Así, aunque la mayoría de los estudios relacionados con este tema, se han centrado en relaciones adultas, existe una conciencia creciente del grado de VPI en las relaciones de pareja adolescentes.
Una revisión sobre la VPI en este grupo en Estados Unidos, encontró que entre 6% y 38% de los hombres, y 8% a 57% de las mujeres refirieron haber sido víctimas de VPI física. En este contexto, experiencias abusivas durante la adolescencia o la infancia, pueden tener efectos devastadores sobre la salud y el desarrollo de los/las adolescentes, tales como mayores riesgos de depresión, problemas de salud reproductiva, intentos de suicidio, embarazo y relaciones de pareja violentas.
Numerosas parejas en relaciones de noviazgo o de pololeo no identifican actos de violencia, considerándolo muy circunstancial e intrascendente. Sin embargo, se ha observado que mientras más tempranamente haya ocurrido el fenómeno de la violencia, sus efectos serán más profundos y duraderos en la relación. La violencia psicológica, se expresa principalmente en insultos, críticas, desconfianza y control y la violencia física, frecuentemente se inicia en conductas como pellizcos y empujones, los que muchas veces se dan en contextos de juegos, ocultando o minimizando un potencial riesgo que puede convertirse en pauta de comportamiento habitual, con posibilidad de escaladas en intensidad y gravedad de estas agresiones.
Muchas de las situaciones de VPI se mantienen en secreto, como una necesidad de proteger la propia imagen. En el caso de la mujer se produce debido a la percepción de responsabilidad en las relaciones de abuso, ya que se mostraría la incapacidad de frenar estas situaciones y/o de hacerse respetar. En el caso de los hombres, hay un trasfondo cultural muy fuerte, sobretodo en sociedades muy machistas, donde el sentido de burla y de posibilidades de ser ridiculizados y/o marginados en el medio es alto.
Sin embargo, cada vez son más los hombres que se atreven a denunciar ser agredidos por su pareja mujer: 4% de los varones canadienses el 2014 reportó ser víctima de agresiones en su relación de pareja. En Chile en 2013, Carabineros informó que las denuncias de hombres agredidos por sus compañeras aumentaron 17% entre 2010 y 2012, llegando a 20.000 notificaciones.
Una interacción entre las normas sociales, la pobreza, la desigualdad, las normas de género, el abuso familiar y las culturas de violencia influyen en las tasas de VPI. Se ha demostrado, que la violencia se aprende, sobre todo, observando modelos significativos, es decir a padres, hermanos y personas cercanas. De ahí que las intervenciones deben iniciarse en la adolescencia, para romper ciclos de perpetración de violencia o de victimización, los que de otra manera puede continuar en la edad adulta.