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Violencia obstétrica
Una de cada cuatro mujeres expresan el abandono, la discriminación, la violencia física y verbal, mal uso de la tecnología o las intervenciones innecesarias. Así, el parto puede ser altamente traumático para algunas mujeres...
Martes 16 de junio de 2015
La violencia contra la mujer puede afectar la vida, la salud o la integridad física de la persona. La más conocida es la violencia física o psicológica que se contextualiza dentro de una relación de pareja o familiar pero, muy poco conocemos sobre la violencia obstétrica, problemática que acontece durante el proceso del embarazo, el trabajo de parto, el parto y el posparto, sufrida principalmente por las mujeres, pero también por el entorno familiar y/o por los recién nacidos o nacidas.
El concepto de la violencia obstétrica incluye: un trato deshumanizado de parte del/de la profesional que asiste a la mujer, donde prima la jerarquía o rango profesional; un abuso en la medicalización, intervencionismo o darle una orientación anormal a un parto de bajo riesgo, lo que origina pérdida de la autonomía, la intimidad y la capacidad de tomar decisiones tan básicas como la postura que le acomoda a la mujer durante el trabajo de parto; no asistir oportuna y eficazmente las emergencias obstétricas; obstaculizar el apego precoz del niño o niña con su madre sin una causa justificada; practicar el parto por vía de cesárea, existiendo condiciones para un parto natural, sin obtener el consentimiento informado de la mujer.
Según la Organización Mundial de La Salud, no existe justificación para una tasa de cesárea superior a 15%, sin embargo, en las últimas décadas la tasa de cesáreas ha tenido un progresivo aumento a nivel mundial. En Chile, hoy se habla de una epidemia del parto quirúrgico, pues la tasa de cesárea global alcanza sobre 40%, y nos sitúa en el tercer lugar entre treinta y cuatro países. ¿En cuántas de estas intervenciones hubo componentes de violencia obstétrica?
La violencia obstétrica no es poco frecuente. Una de cada cuatro mujeres expresan el abandono, la discriminación, la violencia física y verbal, mal uso de la tecnología o las intervenciones innecesarias. Así, el parto puede ser altamente traumático para algunas mujeres, donde 2% a 6% desarrollan un trastorno de estrés posparto. Con frecuencia este trauma es el resultado de las acciones u omisiones de los/las profesionales que la asisten.
La mujer que tiene un parto es sana y las personas sanas mayoritariamente llevan adelante procesos fisiológicos, de evolución natural y espontánea, bajo su control y consentimiento. De ahí que la mujer necesita recibir una atención humanizada y segura durante todo el proceso de la gestación, así como se le debe garantizar los beneficios de los avances científicos.
El parto humanizado promueve que se respete a la familia en sus particularidades - etnia, religión, nacionalidad - y que se la acompañe en la toma de decisiones seguras e informadas. En varios países se ha legislado sobre los derechos de la madre, hijo/a y padre en relación al embarazo, parto y posparto. En nuestro país se hace imperioso legislar al respecto.