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Ingreso a la universidad y deserción en primer año
Para los estudiantes, las familias, las instituciones de educación superior y la sociedad en su conjunto, el mayor peligro es la deserción definitiva, porque implica pérdidas en muchos sentidos.
Jueves 1 de enero de 2015
Un informe del Servicio de Información de la Educación Superior (SIES) del Mineduc indica que uno de cada cuatro estudiantes ingresados entre 2008 y 2012 a la educación superior en el país abandonó su carrera en el primer año de estudio. También señala que el porcentaje de deserción ha sido mayor, cuando: los puntajes en la PSU son bajos, se es hombre, la edad de ingreso es mayor, el NEM es bajo, se proviene del primer quintil (menores ingresos), no existen beneficios económicos para los estudiantes, entre otros.
¿Es posible sacar algo el limpio de esta información?
En primer lugar, es relevante indicar que tanto los estudiantes como sus padres podrían estar más atentos a los factores que pudieran incidir en un posible abandono de la carrera. En segundo lugar, permitiría que al momento de escoger una carrera y universidad se informaran sobre las posibilidades de beneficios económicos y soporte al estudiante que ofrecen las distintas instituciones. Por ejemplo, algunas casas de estudio cuentan con programas de nivelación para sus estudiantes nuevos, lo que permite fortalecer el dominio de ciertos contenidos o destrezas que son útiles para los primeros semestres universitarios.
En el mismo escenario, la acreditación de la institución también es un aspecto a mirar, pues evidencia que existe seriedad en el proceso de enseñanza aprendizaje que se efectúa. En el caso de la acreditación de las carreras es relevante, pues en los procesos se analizan las tasas de deserción, y de su contracara la retención, como indicadores de la efectividad del proceso de enseñanza de aprendizaje.
En cualquier caso, es preciso acotar que no todos los estudiantes que abandonan la carrera desertan definitivamente del sistema universitario. Se sabe que un buen número se cambian a otra carrera por preferencias vocacionales. De hecho, muchos estudiantes ingresan a una carrera a sabiendas de que sólo ingresan para experimentar el mundo universitario mientras esperan una nueva oportunidad el año siguiente. En ese sentido, hay autores que sostienen que una cosa es la transferencia de institución o de programa, y otra muy distinta la deserción.
Para los estudiantes, las familias, las instituciones de educación superior y la sociedad en su conjunto, el mayor peligro es la deserción definitiva, porque implica pérdidas en muchos sentidos. En cambio, la transferencia puede ser vista como parte de procesos madurativos naturales en los jóvenes, procesos sobre los cuales queda el desafío de incidir para minimizar sus efectos negativos.