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La encuesta CASEN nos exige concentrarnos en los pobres
Es necesario tener un foco en el “crecimiento inclusivo” y otro en disminuir las diferencias absolutas de ingreso entre quienes tienen más y quienes tienen menos. Sin embargo, las cifras nos indican que no puede dejarse de lado mantener un propósito muy significativo, que es continuar la lucha contra la pobreza; esto se hace con políticas sociales específicas hacia los hogares más vulnerables.
Viernes 13 de febrero de 2015
La proporción de familias en situación de pobreza con la medición tradicional que permite comparaciones ha disminuido significativamente, de un 14,4% en 2009 a un 7,8% en 2013. De acuerdo a esa metodología, un hogar de cuatro personas con un ingreso mensual inferior a $ 264 mil mensual, se considera pobre.
Si miramos el mismo asunto con una línea de pobreza más exigente y actualizada, donde el ingreso para el mismo grupo es de $ 361 mil pesos, también se observa una reducción importante, llegando en 2013 algo por encima del 14%, luego de estar en 25% en 2009.
Lo anterior es positivo, pero también se comprueba que la relación entre el 10% de personas con ingresos más altos, y el 10% más bajos casi no ha cambiado en estos 5 años; todos han aumentado sus ingresos. Sin embargo, las diferencias proporcionales no disminuyen significativamente y, lógicamente, crecen las diferencias absolutas o brecha entre segmentos socioeconómicos.
Por otra parte, los ingresos autónomos no aumentan en los hogares más vulnerables del 20% o quintil más bajo. Estos grupos muestran una muy baja capacidad de generar ingresos por parte de los miembros del hogar.
Las transferencias monetarias del Estado son muy importantes para esos mismos sectores de ingresos bajos. Por lo tanto, parece ser necesario mantener subsidios y bonos en dinero, pero mejor diseñados para incentivar el esfuerzo personal.
Esta descripción es muy general, es necesario analizar a fondo la base de datos de esta CASEN, porque de ellos es posible hacer análisis desagregados, que son indispensables para definir políticas sociales más focalizadas, a nivel de grupos específicos, o en una zona geográfica. Un ejemplo de lo que permite trabajar con esa base de datos es identificar la situación laboral de las mujeres jóvenes en las distintas regiones del país. Por lo mismo, es indispensable hacer el cruce de datos del tipo que antes mencionábamos, para obtener conclusiones serias.
Es necesario tener un foco en el “crecimiento inclusivo” y otro en disminuir las diferencias absolutas de ingreso entre quienes tienen más y quienes tienen menos. Sin embargo, las cifras nos indican que no puede dejarse de lado mantener un propósito muy significativo, que es continuar la lucha contra la pobreza; esto se hace con políticas sociales específicas hacia los hogares más vulnerables.
Una pobreza como la dada a conocer de un 14,4% con la medición nueva, que uno supone es la que privilegiará el gobierno, significa que 2 millones 500 mil chilenos viven en esa desmedrada situación, y que probablemente otros 2 millones tienen alta vulnerabilidad de ser pobres.
Los programas para atacar la pobreza se conocen y tienen que priorizar necesariamente áreas como la educación preescolar y técnica, el empleo femenino y de los jóvenes, las pensiones solidarias y la cobertura de hogares para ancianos, entre otras cosas. Esto se suma al mejoramiento de la atención primaria en salud, sobre todo respecto del tratamiento de enfermedades crónicas; es un hecho que las personas en situación de pobreza tienen una menor esperanza de vida. Por otra parte, se requiere mejorar el acceso de los adultos mayores a los medicamentos, considerando factores como la calidad, la disponibilidad oportuna y el precio.
En síntesis, si bien nos parece conveniente el análisis con cambios en la canasta e incluyendo distintas dimensiones de la pobreza, es necesario realizar un análisis más profundo de la metodología utilizada.
Por último, transformar la información sobre la pobreza y los hogares pobres en un debate entre personas que parecen desconocer la evidencia acumulada y la que entrega esta misma encuesta, que es condición fundamental para comentar en forma seria los resultados de la CASEN, es una trivialización inaceptable y una falta de respeto hacia los más desfavorecidos.