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La ciudad y...el resto verde
La provisión de espacios verdes urbanos para el bienestar durante la pandemia puede verse como “agradable de tener” en lugar de esencial. No obstante, se ha demostrado que la incorporación de la naturaleza en las ciudades proporciona muchos otros beneficios asociados a la salud física y mental de las personas, ambas puestas a prueba durante el confinamiento.
Lunes 17 de mayo de 2021
La ciudad de Concepción está rodeada de natural rico por su diversidad de formas, colores y texturas, donde coexisten ambientes lacustres, ríos y esteros, bahías, penínsulas, playas y acantilados, humedales y marismas; un verdadero patrimonio cultural ambiental que muy pocos tiene acceso y conocen. Ámbitos que han sido llevados a la marginación y abandono por parte del sistema urbano, sufriendo un paulatino deterioro. “...podría pensarse que el paisaje, como la naturaleza, existe Y sería cierto, si no fuera porque, a diferencia de aquella, el paisaje sólo existe en función de la mirada humana.
El paisaje únicamente existe cuando alguien lo percibe y en el contexto de una cultura que le da sentido”. (Folch y Bru, 2017). Desde la antigúedad, la labor de las sociedades por adaptarse a su entorno natural les ha impulsado a modificar y transformar el medio en el que se encontraban. La voluntad de dar forma en un sitio establece el primer vínculo entre el modo de vida y el entorno físico y simbólico, al cual se decide ligarse. La naturaleza en la ciudad, representada habitualmente por los parques, es la alusión de la noción de espacio que asocia público de los paisajes anhelados. Hoy en día, la diferencia entre ciudad naturaleza ya no existe.
El ecologismo, el paisajismo, lo medioambiental y todo lo “verde” han inundado alas ciudades, que junto a instancias sociales han tratado de buscar el equilibrio entre el crecimiento y la preservación, y también nuevos caminos, ecológicamente prudentes, que permitan utilizarla tierra sin venerarla, pero que garanticen la sostenibilidad del futuro. No se trata de “compatibilizar la ecología con el desarrollo, sino de darse cuenta de que el desarrollo o, mejor dicho, el genuino progreso, se basa justamente en la explotación racional de los recursos ecológicos.
De unos recursos ecológicos que van de las meras materias primas, puesto que incluyen el clima, el aire, el agua, el suelo, las redes tróficas, la diversidad genética e incluso la belleza:serricos en un mundo feo sería tristísimo” Folch (1990).
“Que lo hermoso sea poderoso” Concepción ya áreas verdes naturales de gran valor, entonces, ¿por qué no forman parte de su paisaje urbano? La ciudad pareciera estar más preocupada de la altura de sus edificios, rellenando vacíos o semivacios urbanos y suburbanos, que de su patrimonio natural. Relegándolo a una presencia indefinida y complementaria como valor “higiénico”, reforzando el carácter artificial y abstracto de la el resto sería verde.