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Los factores que rodean la maternidad a los 40
Proyección profesional y laboral, tener un proyecto familiar que sea acompañado por la pareja, son algunas de las razones de la postergación de la maternidad.
Martes 16 de diciembre de 2014
En los últimos años, en Chile y en el mundo ha crecido el número de mujeres que son madres pasados los 35 años y muchas incluso cerca de los 40, a pesar de que les dicen que, a partir de esa edad, la fecundidad decae considerablemente y los riesgos de enfermedades del bebé y de la madre aumentan. En esta etapa la maternidad sería vivida con mayor tranquilidad, madurez, experiencia y quizás también con mayor cansancio que si se hubiese tenido antes de los 30 años.
La postergación de la maternidad se da por distintas razones; prolongación de los estudios, pues muchas mujeres ya no se conforman con el título obtenido en la universidad, sino muchas realizan estudios de magíster y doctorado en el país o en el extranjero. La exploración del mundo laboral, búsqueda de consolidación en esta área cada vez más competitiva o deseos de viajar y conocer el mundo antes de ser madres. Otro grupo tiene dificultad o imposibilidad de consolidar el logro de la intimidad afectiva antes de esa edad o bien por malas experiencias con parejas anteriores en cuanto a compartir un proyecto de vida en común que incluya a los hijos, existiendo en la actualidad muchas mujeres que recién son madres en su segundo matrimonio.
A lo anterior, se puede agregar que hoy no deja de ser menor el número de mujeres que se atreven a ser madres en solitario. Son las “madres solteras por elección”, quienes piensan “voy a cumplir 40, siempre he soñado con ser mamá y lo voy a ser” y asumen la responsabilidad de conformar una familia monoparental.
Un estudio de la Universidad de Sevilla, publicado en 2008, realizado por González, Diez, Jiménez y Morgado, explora el tema y concluye que, en general, aquéllas que tomarían esta decisión son mujeres maduras, con buen nivel educativo y con recursos económicos y vitales suficientes para mantener en solitario a sus familias y que, movidas por la edad, sin disponer de pareja, pero con autonomía financiera y psicológica, optarían por dar salida a su deseo de ser madres, ya sea a través de la adopción o de la reproducción asistida. Esta decisión la tomarían desde una posición de empoderamiento y en que la experiencia de la maternidad resultaría central en sus vidas.
No se trataría sólo de ser valiente como muchos podrían pensar, sino de ser responsable. Ser madre en solitario es hacer realidad el deseo de querer ser mamá y asumir la responsabilidad de serlo con toda la madurez y con todo lo que la decisión pueda implicar. No es menor escuchar los relatos, muy certeros por lo demás y de muchos, del cansancio que implica, de las noches de poco dormir, de las enfermedades, entre otras muchas exigencias afectivas, económicas, educacionales y sociales que implica ser madre y/o padre, y aun así querer y atreverse a serlo en solitario.