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Factores para prevenir conductas sexuales riesgosas
La sexualidad adolescente depende tanto de las experiencias pasadas, o sea, de las formas de expresión durante la vida infantil, como de las experiencias nuevas, dadas éstas por disponer de un nuevo cuerpo, el que debe ser nuevamente habitado por el ahora adolescente...
Viernes 15 de mayo de 2015
El desarrollo de la sexualidad y sus manifestaciones durante la adolescencia continúan siendo un tema de gran interés público, en especial para padres y apoderados como también para profesores e inclusive para los mismos adolescentes.
La llegada de la pubertad marca un primer hito relevante en este recorrido hacia el emplazamiento de una organización sexual definitiva. El tránsito lento y tranquilo de la infancia cambia rápidamente de velocidad cuando emergen cambios que están fuera del control voluntario del adolescente, es decir, los de origen biológico. Me refiero a las modificaciones en el cuerpo propias del sexo masculino o femenino, como también a los cambios asociados a la aparición de nuevas formas de pensar y sentir respecto de las nuevas sensaciones corporales que emergen al contacto con los otros.
Una de las formas de comprender este proceso de modificaciones, en especial para las ciencias psicológicas y sociales, es a partir de la esfera denominada afectiva-relacional. Desde aquí, la sexualidad adolescente depende tanto de las experiencias pasadas, o sea, de las formas de expresión durante la vida infantil, como de las experiencias nuevas, dadas éstas por disponer de un nuevo cuerpo, el que debe ser nuevamente habitado por el ahora adolescente, como también por el interés de conocer nuevas amistades fuera del grupo de referencia de la infancia.
Ambas experiencias permiten el desarrollo de una trayectoria desde lo autoerótico hacia la heterosexualidad, siendo determinante la forma en que se asimilan las identificaciones necesarias para consolidar una identidad de género masculina o femenina. Esto, de paso, permitirá guiar la elección de una pareja con la cual compartir tanto las experiencias amorosas como aquellas vinculadas a lo sexual propiamente tal en los años sucesivos. En este trayecto uno los factores clave radica en la forma en que se manifiesta el desapego progresivo de los padres, siendo esto una potencial fuente de conflictos, sobre todo cuando algunos no logren tolerar los espacios de dependencia del mundo adulto que aún persisten en estos años.
En su mayoría estos jóvenes se encuentran llenos de angustias, muchas de ellas persecutorias, las que se transforman en conductas sin la más mínima posibilidad de ser pensadas. En este contexto podemos predecir que muchos de estos jóvenes continuarán registrando en video, comportamientos sexuales sin condiciones de respeto ni amor hacia un otro, y que luego suben a las diversas plataformas virtuales de nuestros tiempos. Esto es un reflejo más de una parte de nuestros adolescentes, que están en condiciones de vacío y aburrimiento insertos en un sistema formativo excluyente y competitivo que arrasa con la subjetividad y la individualidad.
La invitación es a prevenir estas conductas, que cada cierto tiempo hacen noticia en los medios, a partir de fortalecer ciertos atributos del sistema familiar tales como el nivel y calidad de comunicación entre sus miembros, el nivel del control y monitoreo de la conducta social y escolar del adolescente, como también la calidez, cercanía y respeto entre los miembros de la familia. Este conjunto es un factor importante en la protección de las conductas sexuales de riesgo de nuestros adolescentes.