Recuperar la probidad y austeridad

La probidad debe orientar la acción de cada uno de los chilenos si queremos construir un mejor país. Y eso se logra, entre otras cosas, no validando el engaño ni el abuso en ningún nivel.

Miércoles 6 de abril de 2016

Recuperar la probidad y austeridad
escrito por

Sergio Castro, Vicerrector de sede Concepción de la Universidad San Sebastián

Con desazón hemos conocido varias estafas en el último tiempo, situaciones que han afectado a habitantes de la región. Frente a ilícitos de esta naturaleza, es fundamental analizar los factores que los propician.

Entre los aspectos obvios está la escasa cultura financiera de la población, pues muchas personas, incluso con formación en educación superior, no manejan conceptos básicos que les permitirían percatarse de que es imposible conseguir rentabilidades tan altas. El sistema financiero formal no tiene ninguna posibilidad de ofrecer rentabilidades que superen el 10% mensual. Por lo tanto, si alguien invierte pensando que obtendrá esas ganancias desproporcionadas, sin que medie un ilícito, es que no entiende cómo funciona el sistema.

No obstante, más allá del desconocimiento, el que se puede resolver en un tiempo prudente con adecuados planes de educación y campañas bien diseñadas, hay otros temas que generan mayor preocupación por la relevancia que tienen y por lo difícil que resulta abordarlos. Podemos mencionar la falta de ética que hemos observado en distintos ámbitos y la ambición desmedida en que no importan las formas ni el abuso que se cometa mientras se logre la ganancia deseada.

Si bien hemos condenado los lamentables y graves casos de corrupción en los negocios y en la política conocidos en los últimos meses, también debemos repudiar aquellas faltas, por menores que sean, que dan pie a un ambiente de impunidad frente al abuso. La probidad debe orientar la acción de cada uno de los chilenos si queremos construir un mejor país. Y eso se logra, entre otras cosas, no validando el engaño ni el abuso en ningún nivel. Estos no se deben justificar jamás, bajo ningún escenario.

Frente a la codicia desmedida y al afán por obtener altas ganancias en el menor tiempo posible y con el mínimo esfuerzo, debemos ser ejemplo de austeridad. Lograr que se entienda que sólo aquello obtenido con esfuerzo redunda en elevados niveles de satisfacción. En una sociedad tan materialista como la nuestra, hay que aprender a valorar las experiencias por sobre los bienes y las relaciones más que acumulación de cosas.

A las instituciones de educación les cabe un rol en esta materia. Deben promover entre sus alumnos la responsabilidad, la transparencia y un comportamiento correcto en cualquier situación. De esta manera, los procesos formativos deben incluir aspectos éticos de manera transversal.

Pero más que a las instituciones, este desafío les corresponde a las familias. Los padres deben sancionar con dureza y consistencia cualquier atisbo de deshonestidad en sus hijos. No tolerar la mentira, ni las faltas por menores que parezcan, nos permitirá sentar las bases de un cambio cultural que nos haga un mejor país. Trabajar por recuperar la probidad y la austeridad de antaño es una tarea urgente.

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