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Sopaipillas: alimento preferido de los chilenos en la calle
Así lo evidencia un estudio multicéntrico Iberoamericano realizado en la Universidad de Porto, Portugal, que investigó en la ciudad europea y algunos países de Latinoamérica, el comportamiento de quienes venden y compran comida preparada en la calle.
Viernes 25 de noviembre de 2016
Sopaipillas en Chile; chipas en Argentina; pasteis en Brasil; empanadas en Colombia y Panamá; Granizados en Costa Rica; Shukos en Guatemala; empanadas de carne en Paraguay; emoliente en Perú; helados en Portugal; y hamburguesas en Uruguay. Esas son las preferencias de los encuestados que acostumbran a consumir comida callejera (803 en Portugal y 8092 en Latinoamérica), de acuerdo al Estudio Multicéntrico Iberoamericano sobre comida callejera y nutrición, realizado por la Facultad de Ciencias de la Nutrición y Alimentos de la Universidad de Porto, Portugal.
La investigación liderada por Ada Rocha, arrojó entre otros datos que uno de los principales determinantes del consumo, es la disponibilidad de los productos en la ruta a sus trabajos o de regreso a casa, con un 48% Portugal y 36% Latinoamérica.
En el análisis de la doctora Rocha se evidenció que “los consumidores más jóvenes e instruidos parecen consumir más comida callejera, mientras las personas de las áreas de salud y alimentación, parece que comen menos frecuentemente este tipo de alimentos”.
Preocupación por la Salud Pública
El estudio presentado en la Universidad San Sebastián, en el marco de la charla "Comida callejera y otras preocupaciones que surgen de la investigación en nutrición en Portugal”, expuso un crecimiento del 54% de en la venta de comida callejera en Latinoamérica, así como de un 18,2% de episodios de diarreas y vómitos relacionados con su consumo; esto a pesar de que un 65% de los encuestados, tanto en Latinoamérica como en Portugal, dijo tener una percepción de la higiene de los puestos de comida callejera como en parte sucios.
Así Rocha explicó que “teniendo en cuenta el número de intoxicaciones alimentarias tras el consumo de estos, es una prioridad mejorar tanto la higiene como la limpieza de las instalaciones y los manipuladores”. Y complementó “si la percepción del consumidor en relación con la higiene es correcta, ellos pueden protegerse a sí mismos, ya que la preparación higiénica en la venta ambulante de alimentos listos para comer, es un recurso clave para salvaguardar la salud pública”, aseguró la académica de la Universidad lusitana.
Para la directora de la carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad San Sebastián, Priscila Candia, la importancia de este estudio radica en la falta de este tipo de herramientas en el país, “en Chile existen pocos estudios de inocuidad alimentaria en comida callejera, sin embargo, esta forma de venta de comida se expande cada vez más, encontrándonos en ciertos sectores con un variada gama de ofertas, desde sopaipillas hasta preparaciones tailandesas, en ese contexto el estudio de la Dra. Rocha cobra relevancia en relación a la necesidad de aplicarlo de manera más transversal a nuestra población”.
Más educación y fiscalización
Son miles las personas que día a día cubren parte de sus necesidades nutricionales consumiendo alimentos callejeros, como lo evidencia el mencionado estudio debido a que son de fácil acceso y están al alcance de la mayor parte de la población.
Priscila Candia explica que la comida callejera se encuentra más expuesta al riesgo de contaminación, “lo que representa un peligro para la salud de los consumidores, ya que en muchos casos no se cuenta con las medidas higiénicas básicas, ni educación sanitaria para la manipulación de alimentos por parte de los vendedores, lo que puede llevar a que los alimentos se hayan sometido a condiciones que pudieran haber permitido la llegada y multiplicación de agentes infecciosos o toxigénicos, constituyéndose en vehículo de transmisión de enfermedades (ETA), tales como salmonelosis, intoxicaciones por stafilococos y Escherichia coli, entre otros”.
Dado lo anterior, la académica de la Universidad San Sebastián alerta que “surge la necesidad de aportar los medios necesarios para garantizar la calidad e inocuidad de estos alimentos, lo que debe incluir educación e información en la manipulación de los mismos”.