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Brote de sarampión: no somos distintos
¿Había señales de alerta? Sí. El reciente brote de California que se expandió rápidamente era una señal de inminente peligro. Ahora, hace 20 días que el enemigo ya duerme con nosotros. El Ministerio cuenta con un grupo calificadísimo de especialistas en estas materias. ¿No han sido consultados en este tiempo? ¿Por qué no hay una opinión formal?
Jueves 11 de junio de 2015
Nuestra posición geográfica, que limita al oeste con el océano más grande del planeta, al este con la cordillera más infranqueable y al norte con el desierto más seco, nos ha dado siempre una sensación de ser diferentes. Esta ilusión se rompe una y otra vez. De jaguares pasamos a gatos, de impolutos a corruptos y de protegidos de ciertas enfermedades a brotes epidémicos.
Ocurrió en 2011-2012, cuando debimos enfrentar la llegada de un potente patógeno, nuevo para nosotros, pero habitual en Brasil y Argentina: el Meningococo W135. Ahora se ha declarado un brote de Sarampión, una enfermedad altamente contagiosa, la principal causa prevenible de muertes por infección en niños, pero a pesar de lo cual fallecen 400 menores por día en el mundo debido a este virus.
¿Cómo se explica que una enfermedad completamente prevenible por una vacuna que tiene más de 50 años, reaparezca en países con potentes sistemas de inmunización?
Primero, por la poderosa influencia de los grupos antivacunas, muchas veces financiados por la industria, que propaga mentiras y fraudes. Vale la pena recordar que la vinculación falsa entre vacunas y autismo ha hecho mella en la población y que algunos parlamentarios se hicieron eco de esta campaña, votando una ley que modifica, sin razones técnicas, nuestro programa de inmunización gratuito y universal, que ha sido la envidia del resto del mundo. Esta ley absurda fue vetada, pero en más de 14 meses este veto no se ha tramitado, acentuando dudas e incertidumbres en la población.
Segundo, las vacunas son víctimas de su propio éxito. En la medida que la sensación de peligro se aleja, es más difícil mantener las coberturas. El caso del Sarampión es particularmente exigente, porque se requiere que más del 95% de la población esté inmunizada para que no haya casos. La estimación es que la cobertura actual es inferior al 90%, dejando a cerca de un millón de personas en riesgo de enfermarse y contagiar.
Tercero, la relación costo/beneficio. Este argumento es falaz para el caso. La vacuna del Sarampión cuesta menos de US$ 1. Es decir, proteger a un millón de susceptibles cuesta en vacunas un millón de dólares, por una vez, para luego seguir con el esquema habitual. Resulta extraño que el Ministerio esté haciendo un piloto para cambiar la vacuna del neumococo por otra más cara con la misma efectividad, o que en contra de las consideraciones técnicas o de costo, se haya ampliado la vacunación contra el Papiloma Humano (HPV), y se demore una inversión con un costo mucho menor en comparación.
¿Había señales de alerta? Sí. El reciente brote de California que se expandió rápidamente era una señal de inminente peligro. Ahora, hace 20 días que el enemigo ya duerme con nosotros.
El Ministerio cuenta con un grupo calificadísimo de especialistas en estas materias. ¿No han sido consultados en este tiempo? ¿Por qué no hay una opinión formal?
¿Qué debe hacerse? Lo que se está implementando, pero más rápido y mejor: adelantar la vacunación de octubre, tratar de inmunizar a todos los nacidos entre 1971 y 1981, reeducar a los médicos jóvenes acerca de una enfermedad que nunca han visto, empadronar a todos los visitantes que vengan de países con endemia o brote. Es posible, es efectivo, es barato y es lo que corresponde a un país donde -al menos en el caso de Salud- no hay bandos ni partidos.