Terremoto de barro

Pareciera que los desastres naturales serán más frecuentes en todo el mundo. Hay que invertir en una institucionalidad de despliegue rápido, con recursos y que sea una política de Estado. Un gran avance fue dotar a nuestra Armada de un buque-hospital. Ahora le toca a una ONEMI 2.0...

Viernes 10 de abril de 2015

Terremoto de barro
escrito por

Jaime Mañalich, director Instituto de Políticas Públicas en Salud U.San Sebastián

Las particulares condiciones geográficas y geológicas de Chile, nos ponen en una situación de riesgo permanente. Terremotos, maremotos, erupciones volcánicas, inundaciones, y voraces incendios forman parte de nuestra historia con una frecuencia mayor que la observada en otras partes del planeta. Este riesgo se traduce en catástrofes, vale decir, en situaciones en que los dispositivos locales de prevención y manejo de la crisis son superados ampliamente, requiriendo masivos niveles de ayuda externa para enfrentarse.
Desafortunadamente, a una emergencia le sucede otra, y las cámaras de televisión migran, dejando una comunidad en el abandono, doliente, que difícilmente puede olvidar y reconstruirse, hasta que algún nuevo programa los pone de nuevo en pantalla, a ver si sube el rating, para luego dejarlos solos, mascullando su impotencia.
Además de las pérdidas humanas y materiales inmediatas, las catástrofes dejan una larga estela de efectos en la salud, que requieren ser abordados sistemáticamente. Este impacto es:
1) la aparición de enfermedades infecciosas asociadas a la falta y contaminación del agua, la destrucción del alcantarillado, la descomposición de los alimentos, el hacinamiento y la putrefacción de materia orgánico
2) el impacto sicológico
3) el empeoramiento de las enfermedades crónicas por falta de suministros y atención médica y
4) traumatismos como quemaduras, inhalación de humo, lesiones de la piel y mordeduras de perro.
No se puede minimizar el impacto de la reciente catástrofe por lluvias en el norte del país. Sin poderse determinar aún el número de fallecidos, la recuperación de los sobrevivientes durará años y el liderazgo de este proceso debe entregarse a Salud, coordinando esfuerzos con vivienda, servicios sanitarios, vialidad, educación, Interior e Intendencias. Es lo que prescribe el Código respectivo, que a través de la llamada "Alerta Sanitaria" da las potestades e instrumentos para hacerse cargo de estas catástrofes y permitir que ocurra el milagro de sanar.
Adicionalmente, pareciera que los desastres naturales serán más frecuentes en todo el mundo. Hay que invertir en una institucionalidad de despliegue rápido, con recursos y que sea una política de Estado. Un gran avance fue dotar a nuestra Armada de un buque-hospital. Ahora le toca a una ONEMI 2.0.

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