En Chile no existe un reconocimiento por parte del ministerio de educación de los programas de formación de especialistas médicos, lo cual genera importantes dificultades en el logro de disminuir las brechas de especialistas en nuestro país. 

En medicina existen diferentes programas de post título, también llamados de educación continua que mediante seminarios, clases magistrales, talleres, cursos y diplomados, programas de formación de especialistas médicos, reconocen una cantidad de horas de formación que van desde menos de 20 horas hasta mas de  900 horas.  A diferencia de los anteriores, en el caso de los programas de postgrado como lo son los magister (maestría, master), doctorado (PhD) o Postdoctorado, gozan de un reconocimiento por el ministerio de educación que permite la jerarquización académica en las universidades y el reconocimiento en el sistema nacional de calificación de funcionarios públicos. 

Hoy en día las principales dificultades que presentan las universidades para aumentar la necesaria formación de especialistas médicos, es el alto costo de estos programas de formación y el insuficiente financiamiento público para cubrir los costos de los docentes, el cobro que se encuentran realizando los hospitales públicos a las universidades para recibir a sus estudiantes y la falta de infraestructura para la formación de especialistas en los campus clínicos.

Si en chile no existe una definición de lo que es la especialidad médica, difícilmente vamos a avanzar en la superación de las barreras para la formación de especialistas,  dado la cantidad de horas necesarias en la formación de un especialista médico, es necesario su reconocimiento en grado de doctorado, así como es necesario el reconocimiento del grado de magister al médico luego de sus 7 años de formación. 

El camino luego es uno solo, es necesario que la red de salud pública y privada, hagan una inversión importante en la formación de especialistas, asumiendo el costo del desarrollo de la necesaria infraestructura para su formación en cada campus clínico y eliminar el cobro por la rotación de estudiantes de especialidades médicas, permitiendo además que sus profesionales sean contratados por las universidades en forma complementaria al contrato en el campus clínico para asumir las labores de supervisión y docencia, siendo reconocida la totalidad de sus horas contratadas para la acreditación de los programas de formación de especialidades. 

Por otro lado necesitamos aunar entorno a la asociación de facultades de medicina y las sociedades científicas de especialistas médicos, un convenio amplio que desarrolle programas de formación de especialidades conjuntos y que permita el transito de estudiantes en las rotaciones y seminarios académicos que forman parte de los programas de formación de especialistas entre las distintas universidades, sin que ello signifique un costo para las universidades o sus estudiantes y que permita compartir las ventajas de las distintas universidades y campus clínicos en las diversas áreas de la medicina. 

Por último es necesario terminar el entrenamiento en práctica con reconocimiento por CONACEM, lo cual permita establecer una regla común a nivel nacional de criterios de acreditación de programas de formación de especialidad, y solo mantener el examen de certificación de especialidades médicas para los médicos que tengan una formación de especialidad en el extranjero, a los cuales no se les debe pedir el EUNACOM, sino solo este examen que debe integrar conocimientos de medicina general y de la especialidad que se está certificando. 

El futuro de la formación de especialidades en Chile es muy promisorio y permitirá desarrollar de su mano la investigación y mejorar en forma notoria los indicadores de salud nacionales, llegando a los mas altos estándares a nivel mundial y ello será producto de la visión común generosa de servicio público de los médicos que se desempeñan como docentes y funcionarios públicos en las empresas estatales y privadas, que son capaces de salir de un modelo de competencia estatal privada o de competencia entre las instituciones privadas y cambiar el marco de trabajo hacia la colaboración por el bien público. 

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