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Los desafíos después de la adopción
Entre las estrategias para afrontar mejor este proceso, está conocer el tipo de apego que trae el hijo/a y aprender acerca de ello para, de esa forma, acoplarse y luego realizar cambios que los lleven a tener un apego seguro.
Viernes 14 de julio de 2017
La llegada de un hijo es un proceso hermoso y complejo a la vez. Hay muchas ideas acerca de la crianza, siempre asociadas a imágenes idealizadas, llenas de expectativas acerca de los hijos y del rol que desarrollarán los padres. En el caso de la adopción esas expectativas respecto al proceso de recibir a un hijo se enfrentan a las creencias culturales acerca de la parentalidad idealizada y a grandes expectativas.
La llegada de un hijo adoptivo se diferencia en mucho de la llegada de hijos biológicos: la espera se alarga por más de nueve meses, no se tiene clara la fecha de su llegada, el hijo trae una historia previa, el vínculo no es instantáneo ni hay hormonas que ayuden a la formación del apego. Los padres son previamente evaluados para verificar la motivación que tienen para adoptar y sus potenciales habilidades parentales. Luego de este largo proceso, los anhelos y esperanzas son la base para crear también estas grandes expectativas.
Por todo lo anterior, la post adopción es un proceso complejo, pero también muy hermoso, ya que está motivado por el amor y el deseo de hacer familia. Es un proceso muy consciente, lo que facilita el aprendizaje acerca de este nuevo hijo/a que llega. Reconocer lo complejo de los sentimientos que aparecen luego de confrontar las expectativas con la realidad, en los momentos posteriores a la llegada de ese hijo/a tan deseado, no es tan fácil. Para algunas personas esto se puede percibir como una especie de deslealtad, sentimientos de culpa, dudas acerca de la capacidad de ser padres/madres. Evitar estos sentimientos no hace que desaparezcan, por lo que es importante elaborarlos y enfrentarlos, de tal manera de mejorar la adaptabilidad de la familia y del hijo/a que llega.
Afrontar la diferencia entre la realidad y las expectativas idealizadas que se tienen frente a la parentalidad y también respecto al hijo/a, es un ejercicio consciente que, al llevarlo a cabo, facilita la adaptación de los miembros de la familia.
A los niños/as más grandes que han sido adoptados, también les pasa lo mismo. Su expectativa respecto a los padres, por ejemplo que serán siempre amorosos y dulces, no incluye que establecerán normas y límites. Es un proceso de acoplamiento en que ambas partes deben procesar y adaptarse a esta nueva vida.
Entre las estrategias para afrontar mejor este proceso, está conocer el tipo de apego que trae el hijo/a y aprender acerca de ello para, de esa forma, acoplarse y luego realizar cambios que los lleven a tener un apego seguro. Para esto se requiere de apoyo externo durante el primer periodo de post adopción. También se recomienda estar conscientes de los cambios de rutinas que llevarán a variaciones en los patrones de relación de toda la familia. Otra estrategia es el apoyo a través de redes familiares, de amigos y de profesionales expertos en el tema. Las asociaciones de padres que han adoptado pueden ser una gran red de apoyo.
La parentalidad sigue siendo la misma, padres adoptivos y biológicos se adaptan y acoplan en función de sus hijos. Se adaptan a una nueva realidad, cansadora, pero hermosa. Este es un proceso lleno de esfuerzo, paciencia y mucho amor consciente.