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Desarrollar un verdadero espíritu deportivo
Es fundamental alejar la mirada del triunfalismo, que hoy se ha impuesto en el quehacer deportivo escolar.
Miércoles 3 de octubre de 2018
En el país hoy registramos altas tasas de sedentarismo y obesidad, siendo una situación transversal en los distintos grupos etarios. En ese contexto, el Estado y la sociedad civil manifiestan preocupación por prevenir el crecimiento acelerado de estos niveles, ya que su prevalencia en la adultez está altamente relacionada con la adquisición de enfermedades crónicas no transmisibles como diabetes, hipertensión, síndrome metabólico, hipercolesterolemia, entre otras, cuyos tratamientos generan un alto costo económico para los sistemas de salud.
La mirada preventiva, en los últimos años, ha apuntado hacia la intervención del ambiente escolar, ya sea aumentando las horas de actividad física y deporte, implementando alimentación saludable, capacitando al personal docente y administrativo, junto con mantener más tiempo los colegios abiertos para que la familia pueda hacer actividades deportivas en ellos. Estos cambios han mostrado buenos resultados a corto plazo.
En nuestro país, aún existen desafíos para lograr estos resultados, parece ser que, junto con las acciones anteriores, el foco debería abordar la participación de los escolares en las actividades deportivas electivas o extraescolares, ya que son estas las que permiten, fuera del currículum escolar (altamente sedentario), desarrollar el hábito de hacer actividad física y deporte, aumentando el tiempo de compromiso físico-motriz diario y semanal de los niños.
Para ello, es necesario contar en la escuela y en la familia con una mirada lúdica y educativa de largo plazo, que vaya más allá del resultado del campeonato escolar, privilegiando la participación, el sentido de equipo y el gusto por jugar. Estos elementos permiten al escolar ir desarrollando el espíritu deportivo que encenderá la “llama” para disfrutar de la práctica física y deportiva permanente. En esta mirada resultan centrales la alegría y entusiasmo que provoca el solo hecho de participar en un torneo. Asimismo, es fundamental alejar la mirada del triunfalismo, que hoy se ha impuesto en el quehacer deportivo escolar.
Por lo anterior, el desafío de construir hábitos de vida saludable tiene su inicio en la niñez y debe ser abordado desde una perspectiva lúdica y educativa, priorizando la alegría por jugar, el entusiasmo por participar, el deseo de superación, y la fraternidad entre compañeros, profesores y apoderados, para así consolidar al adulto que anhelará practicar actividad física y deporte.