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Invertir en la salud mental de los jóvenes
La salud mental de nuestros jóvenes tiene que ocupar un lugar relevante entre las prioridades en materia sanitaria, pues de ella depende en gran medida el futuro de nuestra sociedad.
Jueves 11 de mayo de 2017
Invertir en salud mental es un desafío aún pendiente en Chile. Estudios han arrojado una alta prevalencia de trastornos psiquiátricos en la población en general y también, lamentablemente, en el segmento infanto-juvenil. Es un problema que requiere una mirada integral y no sólo desde la Medicina, pues para abordarlo resulta indispensable considerar el entorno que rodea a nuestros jóvenes y el tipo y la calidad de relaciones que establecen con sus cercanos, además del acceso que tienen a atenciones en salud. La complejidad de la situación exige el aporte de todos.
En ese sentido, es relevante que la última Encuesta Nacional de la Juventud del INJUV haya incorporado consultas asociadas a sintomatología depresiva. Los resultados son preocupantes. Por ejemplo, un 13% declaró que siempre o casi siempre se siente con pocos deseos de haer cosas y tiene dificultades para dormir. Al elaborar una escala de sintomatología depresiva, las mujeres y el segmento entre los 15 y 19 años son quienes presentan una mayor incidencia de síntomas.
Mayor inquietud genera que, al responder sobre ideaciones suicidas, solo un 73% haya dicho que jamás ha pensado en terminar con su vida. Un porcentaje no menor lo ha considerado por lo menos una vez. Las diferencias más significativas se dan por edad, pues un 3% de los consultados entre los 15 y 19 años dijo que siempre o casi siempre tiene ganas de suicidarse, porcentaje que en los segmentos de 20 a 24 y de 25 a 29 años, llega al 1%.
También se les preguntó si durante las últimas cuatro semanas se han sentido tristes, desanimados o deprimidos. Uno de cada cuatro respondió afirmativamente.
Estos resultados vienen a reafirmar estudios anteriores y nos deben interpelar a todos. La salud mental de nuestros jóvenes tiene que ocupar un lugar relevante entre las prioridades en materia sanitaria, pues de ella depende en gran medida el futuro de nuestra sociedad. Necesitamos jóvenes saludables física y mentalmente para que sean capaces de asumir las desafiantes demandas que nos depara el futuro.
En esa labor, el Estado tiene la responsabilidad de ofrecerles acceso a atenciones en salud mental. Algo se ha logrado con la incorporación del tratamiento de la depresión en mayores de 15 años, del consumo perjudicial y dependencia de alcohol y drogas en menores de 20 y del trastorno bipolar en mayores de 15 en la ley de Garantías Explícitas en Salud (GES). Si bien es un avance, aún es insuficiente.
Así lo declararon los mismos jóvenes en la Encuesta del INJUV, pues casi el 50% dijo que era nada o poco posible costear por un período prolongado consultas con un psicólogo o psiquiatra. Es evidente que hay una tarea pendiente sobre todo con los grupos de menor nivel socioeconómico y de zonas rurales que declaran tener menos posibilidades de ayuda terapéutica.
Asimismo, debemos procurarles herramientas para enfrentar situaciones complejas. Prevenir las conductas de riesgo, fomentar los vínculos con sus seres queridos, promover las actividades voluntarias, el deporte o la cultura y contenerlos en los momentos complejos ayudarán a mantenerlos saludables mentalmente. La mejor inversión que podemos hacer.