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Responsabilidad ética
Se ha determinado que son más de 5 mil personas las afectadas en el caso de fraude masivo, que habría sido efectuado por las personas que usaban la empresa AC Inversions, la que ofrecía enormes tasas de interés. Esto nuevamente lleva a la palestra el tema de la responsabilidad ética en los negocios, la ambición desmedida y la ignorancia en temas financieros.
Lunes 14 de marzo de 2016
Se ha determinado que son más de 5 mil personas las afectadas en el caso de fraude masivo, que habría sido efectuado por las personas que usaban la empresa AC Inversions, la que ofrecía enormes tasas de interés. Esto nuevamente lleva a la palestra el tema de la responsabilidad ética en los negocios, la ambición desmedida y la ignorancia en temas financieros.
Como en la mayoría de los casos de comportamientos ilegales, ilegítimos o abusivos por parte de personas empresas e instituciones, se evidencia gran ingenuidad, codicia o desconocimiento por parte de quienes se ven afectados; podemos decir que se manifiesta una actitud de "rentista" en los que pierden, de ganancia fácil, sin medir los riesgos. En tanto, en quienes estructuran los fraudes o abusos, se manifiesta la conducta de torcer la nariz a la competencia, con engaños, con fraude, sin importar los medios ni los efectos sobre los incautos, también por una desenfrenada ambición por obtener ganancias rápidas, sin mayor esfuerzo.
Otro caso es el de una persona que ofrece mínimo 10% mensual de rentabilidad sobre un depósito, con inversiones tan buenas y hechas con tanta experticia que ha obtenido 14% al mes. Con esas tasas se puede llegar a triplicar en un año lo depositado. ¿Alguien conoce inversiones financieras legítimas que puedan garantizar una rentabilidad mensual?
Esta no es una característica propia solo de empresas privadas ni se produce únicamente en el mercado. Lo mismo es válido para los engaños y faltas evidentes a la probidad en instituciones públicas: los casos de JUNAEB, fraude reciente en el Ejército, y para los parlamentarios en casos de comportamientos carentes de ética, pasando a llevar la responsabilidad por la confianza depositada en ellos, dados sus cargos y posiciones. Es decir, es mucho más complejo y profundo que solo hablar de los empresarios abusadores, las personas ignorantes o los políticos corruptos.
Evitar el abuso hacia personas que, como en este caso, han perdido sus casas o los ahorros de años, definitivamente no se resuelve generando más y más regulaciones, ni repitiendo la ineficaz cantinela que el mercado es malo. Al parecer estas conductas tienen que ver con ciertos aspectos (indeseables) de la naturaleza humana, que se manifiestan con más o menos fuerza según los entornos culturales. Recordemos los saqueos luego de un terremoto, o la falta de sanciones sociales de sus pares para quienes se aprovechan de datos para ganar en la bolsa. O no pagar el pasaje en bus. La "viveza criolla" es muy negativa si se tolera o aplaude.
Las barreras a esas conductas son el conjunto de códigos de comportamiento, la fiscalización y las sanciones. Sin duda, hacen falta sanciones sociales y penales más duras, y más fiscalización. No se debe aceptar como argumento válido "todos lo hacen", la necesidad o el desconocimiento.
Esto no es nuevo, como en 1935 lo dijo Santos Discépolo en su tango Cambalache, con crudeza: "Siglo veinte, cambalache problemático y febril... El que no llora no mama y el que no afana es un gil. Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador..." Uno espera que no tengamos que afirmar lo mismo en Chile.